relato de ceniza
RELATO DE CENIZA, le dernier roman de Maryse Renaud, est très précisément ancré dans l’Histoire de la Martinique du début du XXème siècle et de la Caraïbe en général, de toute la Caraïbe, emportée dans la titanesque et violente construction du Canal de Panama, sous la férule américaine (1904-1914). Martiniquais, Guadeloupéens, Trinidadiens, Haïtiens, Jamaïcains, Dominicains, Panaméens, Colombiens, etc., luttent et souffrent côte à côte pour un maigre salaire, victimes du climat, de la maladie, du racisme, dans de tristes baraquements.
CYPARIS le Martiniquais, dont le destin extraordinaire et pitoyable à la fois ne saurait vous laisser indifférent, est l’un de ces hommes que le travail éreintant dans la Zone du Canal vieillira prématurément. Unique survivant de l’éruption de la Montagne Pelée, le 8 mai 1902, et, pendant plusieurs années, première « star noire » du Cirque Barnum, il n’échappera pas cependant au sort de ses compatriotes antillais.
C’est à Panama qu’il cherchera en vain à survivre, qu’il se terrera, en 1914, pour échapper à la mobilisation, et qu’il mourra, en 1929, épuisé, pauvre et oublié de tous. Alors que de nouveau, cruel caprice du destin, entre en éruption la Montagne Pelée, à l’origine de tous ses maux et de son incroyable périple à travers le monde. Mais du moins son éloignement du pays natal, de l’ombre traumatisante de la Pelée, lui aura-t-il permis de connaître, auprès de la belle et fantasque Victorine, sa compatriote si ardemment désirée, quelques années d’un bonheur enivrant et amer.
Le mot de l'auteure
Esperando que sea de su agrado esta novela, fuertemente anclada en la Historia de Martinica y del Caribe, de todo el Caribe, involucrado en la titánica y violenta empresa de la construcción del Canal de Panamá bajo la férula americana (1904-1914) ; esperando igualmente que los intrigue y conmueva el extraordinario destino de CYPARIS el martiniqués, único superviviente de la erupción del Monte Pelado en 1902, primera figura estelar negra del Circo BARNUM por varios años, antes de recalar él también en Panamá, donde habrá de morir en 1929, exhausto, pobre y olvidado por todos... en el preciso momento en que de nuevo entra en erupción el Monte Pelado.
Ahí les va un cordial saludo
Maryse Renaud
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LA IMPOSIBLE HUIDACyparis el martiniqués muere pues en Panamá, al fin de Relato de ceniza, la novela de Maryse Renaud, que acaba de publicar en Madrid la Editorial VERBUM. De un nuevo ataque al corazón, tirado boca abajo al pie del viejo tamarindo, entre los lirios blancos que cultivaba con amor, trágicamente alcanzado por esa ceniza candente, esos copos incendiarios de que toda su vida intentó escapar. Copos que planean sobre todo el texto, se insinúan de modo reiterado, inquietante, en la vida de los habitantes de Saint-Pierre, preludiando la futura catástrofe que nadie sabe detectar, y hasta resurgen en el momento más inesperado, en Nueva York, en el incendio de un circo donde trabaja el protagonista, al abrigo supuestamente de nuevas malandanzas. Copos fríos también, venidos de la lejana Europa, de nieve esta vez, tan mortíferos como los copos quemantes del Trópico, penetran de modo simbólico, onírico, atormentándola en la mente traumatizada de Cyparis, el eterno, el esquivo fugitivo, reñido con su tierra natal. Una tierra que puso en tela de juicio su palabra, que negó su dolorosa experiencia.
La novela, fielmente anclada en la Historia conflictiva de la Martinica colonial, azotada por la crisis azucarera, y más adelante, conforme avanza la ficción, en la de todo el Caribe (francófono, anglófono, hispano, criollófono), describe la excepcional trayectoria vital de Cyparis, único superviviente de la más devastadora catástrofe natural del siglo XX : la erupción del Monte Pelado en 1902, en Martinica, que causó en escasos minutos más de 26000 muertos, arrasando Saint-Pierre. La ciudad orgullosa, que se complacía en autodenominarse «el Pequeño París de las Antillas », centro del comercio y del placer, queda oficialmente borrada del mapa hasta 1923. Con una notable fuerza descriptiva (la escena del asalto al cementerio de Saint-Pierre es de antología), con un lirismo delicado al evocar el sufrimiento de hombres y animales (la suerte de la yegua Pauline, de crines chamuscadas, no puede dejar indiferente a ningún lector con un ápice de sensibilidad), y un humor ligero o acre, a ratos, que entreteje jugando las grandes voces del pasado ( García Márquez, Reinaldo Arenas, Clorinda Matto de Turner, un enigmático romance español...), la voz narrativa evoca las tres etapas fundamentales de la caótica existencia de Cyparis : el dantesco momento de la erupción, con un Cyparis encerrado en su calabozo de piedra, atrapado en las asfixiantes redes del gas mortal del que consigue librarse por los pelos, rodeado de ruinas nevadas de ceniza cuyo sentido se le escapa al comienzo, al salir de la cárcel ; el extraordinario episodio neoyorquino en el que Cyparis, contratado por nada menos que el Circo Barnum, se eleva al rango de « primera estrella negra » del mundo circense, exhibiendo su cuerpo escamoso y potente, como el barroco Segismundo de La vida es sueño, ante un público literalmente fascinado ; y por fin, la presencia del martiniqués en la Zona del Canal, donde trabaja de recluta en condiciones durísimas junto a sus compatriotas antillanos, involucrados todos ellos en lo que creían algunos la nueva utopía del siglo XX, y que resultó ser una faraónica y mortal empresa liderada por las autoridades norteamericanas hasta 1914, fecha oficial de la inauguración del Canal.
Sólo la camaradería, el cálido afecto de algunos seres —el Padre Henry, su protector y mentor en Martinica, quien le enseña pacientemente a leer ; Jeff, el jamaiquino, excéntrico y travieso ; el colombiano Arístides, todo un hombre, ex combatiente de la Guerra de los Mil Días, que disuade a Cyparis de salir para el frente al estallar en Europa la Primera Guerra mundial— vienen a atenuar las violencias y frustraciones que erizan la vida del martiniqués. El amor de la inasible Victorine, su ardiente frialdad también lo hacen paradójicamente fuerte, justificando su vida de esfuerzos y sacrificios, al tiempo que consumen lentamente su alma y su cuerpo.
Hasta hacernos olvidar « al hombre fornido que había resistido de joven la furia de un volcán y el trabajo fatigoso en la Zona del Canal. Y [más aún] al que fuera por varios años la mayor atracción del circo más famoso del mundo » .
DAVID OSORIO MEJÍA
Bogotá